A medida que se acercan las elecciones municipales, Morena enfrenta un desafío clave en varios municipios como Comapa y Coscomatepec: la necesidad de seleccionar candidatos que realmente puedan competir y ganar. A pesar del arrastre nacional del partido y la popularidad de la presidenta, la realidad local es distinta y requiere estrategias más cuidadosas.
En el caso de Comapa, Morena no cuenta con una estructura militante sólida ni con bases consolidadas que respalden su proyecto. Además, actualmente el municipio es gobernado por el PAN, lo que hace más difícil la competencia. Sin un candidato reconocido y con respaldo popular, será complicado arrebatarle el control al blanquiazul, que cuenta con una estructura establecida y una base de votantes. Si Morena no apuesta por un perfil fuerte, corre el riesgo de quedar relegado en la contienda.
Por otro lado, en Coscomatepec, la situación es diferente pero igualmente complicada. Aquí, Morena sí tiene presencia, pero los aspirantes que han levantado la mano no generan el entusiasmo suficiente entre la población. Hay una percepción de que el partido necesita un perfil con mayor fuerza para competir con la oposición. Si Morena no escucha a la ciudadanía y se aferra a candidaturas débiles o impuestas, el descontento interno y la falta de apoyo externo podrían traducirse en una derrota segura.
Ante esta realidad, en municipios como Comapa y Coscomatepec sería justificable que Morena abriera sus puertas a políticos reconocidos, aunque hayan tenido trayectoria en otros partidos. En muchos casos, estos perfiles tienen mayor estructura, experiencia y aceptación entre los votantes que los propios militantes morenistas locales. Además, su inclusión podría fortalecer la competitividad del partido sin traicionar el proyecto de la Cuarta Transformación, siempre que estos actores se alineen con los principios del movimiento y cuenten con respaldo popular.
Las elecciones locales no se ganan con discursos nacionales, sino con liderazgos cercanos y estrategias bien pensadas. Morena aún tiene tiempo de postular perfiles verdaderamente competitivos. Si no lo hace, podría pagar el precio de confiar demasiado en su popularidad sin tomar en cuenta la realidad política de cada municipio.
